Uno de los elementos arquitectónicos que más trabajo nos ha costado visitar es la capilla subterránea de Santa Agnés. Más que nada por que el horario parece hecho por un funcionario de media jornada, así que toca madrugar para poder visitarla. La localización es un poco extraña, pues donde esperamos ver una cueva, encontramos un edificio de aspecto medieval, convertido en restaurante. Para llegar hasta él, deberemos tomar la carretera que rodea Sant Antoni por la parte más alejada al mar. Podremos tomar la rotonda como referencia y fijarnos en la indicación a la derecha de la carretera.

Sólo he visto dos relojes de sol en Ibiza, y uno de ellos se encuentra en este edificio. Puede aparcar en el restaurante y seguir el recorrido a pie o bien puede jugarse los bajos del coche y aparcar siguiendo las indicaciones en una planicie frente a la cueva. Una valla mitad de piedra, mitad de barrotes   nos separa de una entrada excavada en la roca y que da acceso a la capilla. La leyenda local nos cuenta que la imagen de la santa apareció misteriosamente en la cueva, y que siempre que intentaban su traslado acababa volviendo a la cueva sin ninguna explicación aparente.

La historia nos dice que la cueva fue utilizada como lugar de escondite en las incursiones navales y probablemente en las persecuciones cristianas de los primeros siglos después de cristo. Se han encontrado restos musulmanes que se han conservado junto con la capilla, del siglo XVII.