De los lugares míticos conocidos por los ibicencos, hay uno que destaca por su arraigo y, sobretodo, por su antigüedad. El Pou de Forada es un pozo de muchísima importancia histórica. Para situarnos, hay que tener en cuenta que el único rio de las baleares se encuentra bastante más al norte de la isla. ¿Cómo sobrevivían entonces los habitantes de los pequeños poblados de la isla? Los restos arqueológicos han mostrado que el uso de cisternas constituían la base de estos poblados. Pero, ¿cómo soportaban los traslados de un punto a otro de la isla? ¿Y el ganado? Pues la solución la encontramos en estos pozos, y este en concreto esta fechado entre el siglo II a.c y el I d.c.
La situación de este pozo es estratégica, casi equidistante entre las poblaciones de Sant Rafael, Sant Mateu y Santa Inés a unos seis kilómetros de cada una. A similar distancia se encuentran Santa Gerturids y Sant Antoni. Hoy en día no es fácil de encontrar debido a que son carreteras secundarias, aunque puede servir de referencia la carretera que un Sant Rafael a Santa Inés.
Uno de los aspectos más destacables de Pou de Forada es que no presenta la típica forma circular, sino que aparece como una entrada en la loma de un pequeño montículo. Esto complica la localización por carretera, pues tras llegar a una planicie, perfecta para pasar un día dominguero, encontramos un tramo hundido que nos conduce hasta la boca del pozo. Por seguridad, la entrada se encuentra tapada por una malla metálica. Junto a ella, dos cuencos para abrevar las bestias, uno de ellos en perfecto estado, terminan de dar silueta a este paisaje.
La fiestas de este pozo se celebran en octubre, volviendo al arraigo popular. Aunque el pozo casi no se utilice, su misión social aún no se ha dado por desaparecida.
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