Si es usted seguidor habitual de este blog, habrá podido comprobar como el miércoles faltamos a nuestra cita. La razón no es otra que la visita a la zona norte de Sant Joan en busca de material fotográfico e información sobre las calas de esta bella zona. Sin embargo, tras visitar Cala Xarraca, equivocamos nuestro camino. Tomamos la carretera que parte desde la misma Cala Xarraca en dirección a Caló de s’Illa. Un lugar indicado para los amantes del senderismo y el cicloturismo. O eso fue en su día. Porque ahora, es un lugar impracticable, donde avanzar con el coche es un trabajo para vehículos todoterreno y conductores expertos. Un auténtico desastre que el fuego ha convertido en ruina. Incluso a pie, las cenizas y restos del incendio que comenzaron en Cala Benirrás y azotaron estas colinas, han convertido el camino en un pedregal resbaladizo donde sólo se aprecia destrucción. Un lugar donde por primera vez hemos tenido que dar la vuelta, agotados y sudorosos. Y casi sin bajarnos del coche.
Desde Cala Xarraca, en dirección a Caló de S’Illa
Nada más salir del acceso a Cala Xarraca, encontramos un camino de tierra indicando Caló de S’Illa. Cada vez que descubrimos un punto nuevo en el mapa, nos disponemos a visitarlo. Y éste, al encontrarse en la zona norte, escarpada y espectacular, podía resultar interesante. Y vaya si lo fue.
A poca distancia de la entrada, los montes empezaron a tomar un color marronáceo. En la mayor de las pitiusas (isla de pinos), éste color sólo puede indicar dos cosa. O los pinos se están muriendo, o ha habido un incendio. No tardamos mucho en comprobarlo. Al principio del camino encontramos los primeros acantilados que nos permiten tomar unas panorámicas increíbles de la costa. Y los primero árboles arrasados.
Pero conforme avanzamos, la desesperanza es mayor. Los montes aparecen calcinados, y la ceniza cubre todo el suelo. O casi todo. Han pasado dos meses y la naturaleza se abre camino. Las primeras hierbas están aflorando donde queda algo de tierra. Sant Joan es muy húmeda, y esto propiciará recuperar pronto la vegetación más baja.
Continuando la ruta, vemos algo que no esperábamos. A los pies de una colina se distingue un tramo verde. Pensábamos que era imposible, pero al acercarnos descubrimos la razón. Una casa, de paredes blancas, parece ser la responsable. Los momentos que debieron pasar tanto los inquilinos, como los equipos de salvamento para que el fuego no la redujese a escombros debió ser increíble.
Un camino de monte arrasado
Continuamos nuestro camino por pendientes, hasta que el terreno empezó convertirse en impracticable. La ceniza también se ha hecho dueña del camino, y sin maleza en las laderas, las pequeñas piedras han invadido la carretera. El coche patina y empieza a oler a quemado. Un último intento por avanzar nos devuelve a la realidad. La carretera se ha quebrado por el agua, probablemente la lanzada desde los aviones, pues no ha llovido tanto en esta zona. Surcos y más surcos que no nos permiten seguir en coche. Aún quedan kilómetros hasta llegar a la punta de Caló de S’Illa, pero cuesta mantener el equilibrio en la primera cuesta.
Volvemos sobre nuestras marcas en la carretera con más esfuerzo, ahora es cuesta arriba. Al salir del desfiladero en que nos encontrámos, respiramos un poco mejor, aunque todo sigue oliendo a quemado. Hasta el coche.
En el camino de vuelta, tiramos más fotos, aunque la verdad, visto el panorama, tampoco apetece demasiado. Hemos llegado de nuevo al desvío de Cala Xarraca. Sabemos que Caló de S’Illa no es un punto especialmente turístico, por lo que tardará mucho más en ser mimado por las administraciones. Esperemos que este rincón no caiga en el olvido.
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